El
suspense es un elemento esencial para la literatura fantástica, y los
procedimientos para conseguirlo son muy variados. Poe, en su teoría sobre el
relato breve4,
desarrolla este concepto definiéndolo como «cierto efecto único preconcebido,
situado al final de la historia, al que todos los incidentes deben confluir».
No debe haber ninguna descripción, digresión o comentario que no vaya
encaminado a conseguir el efecto único que el autor se ha propuesto
previamente: todo debe estar dispuesto para la sorpresa final. Esta teoría
implica una tensión constante en el relato y una gran economía de medios al
relatar las acciones de la trama.
"El
corazón delator" es un ejemplo perfecto: se trata de un cuento breve que
mantiene al lector interesado y en vilo desde el primer momento. Su economía es
sorprendente, no sobra ninguna frase y toda la acción, que va intensificándose
paulatinamente, está dispuesta para estallar en el desenlace, o lo que Poe
llama la “unidad de efecto”. El desenlace no tiene por qué suponer una
aclaración del misterio, pues a menudo sucede todo lo contrario: la duda, la
ambigüedad con que se queda el lector suele ser una forma habitual de cerrarlo
y de proporcionar una nueva sensación de intriga, esa otra vuelta de tuerca.
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